Keith Haring fue uno de los jóvenes artistas más reconocidos de la década de 1980. Inspirado por los grafiteros cuyas marcas cubrían los vagones del metro de la ciudad, Haring comenzó a dibujar con tiza blanca sobre el papel negro que se usaba para cubrir los paneles publicitarios vacíos.
Ya en 1980, Haring comenzó a exponer en galerías y museos de todo el mundo, pero continuó participando en proyectos públicos, creando murales, esculturas y pinturas a beneficio de hospitales, grupos de niños desfavorecidos y diversas organizaciones comunitarias de salud.